jueves, 13 de enero de 2011

Rimas optimistas

Hacer lo imposible,

No ser previsible,

Hacer de la vida un reto,

Y sin dejar de ser discreto,

Deja huella en el mundo,

Que no es en absoluto absurdo,

Que tus acciones permanezcan,

Como ejemplo para los que llegan.



Nunca te limites,

Lucha por conseguir lo que persigues,

Que no hay nada inalcanzable,

Y si a la primera no te sale,

No desistas,

que el cielo no está hecho para pesimistas.



Y si lo ves todo oscuro,

Salta el muro.

No entristezcas ni padezcas,

Que tus sueños se irán realizando,

Más tarde o más temprano.

Deja fluir tu fuerza,

Que tu positivismo no muera,

Y muy importante, SONRÍE,

Contagiando a quien te mire.

domingo, 15 de agosto de 2010

En clave de Mar



Con el viento a favor, me dejo llevar hasta donde la marea me lleve, hasta donde el karma me deje.

Dejo mis deseos navegar por las olas del destino.

Esperando que me lleven por puertos varios, esperando que me enseñe a ser buen marinero.

Surcando océanos deseo descubrir rutas que me hagan libre y consigan reinventarme una y mil veces.
Porque no habrá ballena que hunda estas ansias de vivir.
Porque no habrá ancla que frene mi anhelo, con sabor a sal: nunca dejar de zarpar.

Equilibrio temporal


Me desperté sobresaltada en la cama, y abrí mucho los ojos. Noté las gotas de sudor cayéndome por la sien.
Me incorporé ligeramente, intentando recordar los detalles de ese sueño que tanto me ha atormentado.
Me levanté y me miré al espejo. Estaba bastante despeinada, aún me costaba abrir los ojos del todo.
De repente, mirándome a los ojos reflejados en el espejo, me vino un flash del sueño:

Me encontraba ante un monstruo que no podía vencer.
Indefensa e impotente, sin poder hacer nada para luchar o huir.

El miedo se puede manifestar de muchas formas, pero la peor manera de sentirlo es como una gran mole que te envuelve y del que no te puedes deshacer.

Precisamente esa fue mi pesadilla.

Cuando ya terminó de pasar el flash por mi cabeza, volví en mi; me miraba en el espejo sin verme, y noté como el espejo comenzaba a hacer ondas, pareciendo un lago en el que se ha lanzado una piedra.

Pude atravesar el espejo, y entrar en él.

Al otro lado del espejo había una fila de ladrillos, por encima de los cuales iba andando, cual equilibrista en la cuerda a muchos metros de altura.

A cada paso que paso, mi personalidad cambiaba.

Me volvía decidida, fuerte; me sentía valiente e independente, echada para alante.

Al final de la hilera de ladrillos me sentía poderosa e invencible; y con esa misma sensación, el espejo decide expulsarme de su dimensión paralela, y trasladarme de nuevo a la cruda realidad.

Después de ese trance me sentí aliviada, despreocupada y feliz; y las emociones negativas desaparecieron.

Lo vi todo claro: tiempo + experiencia dejan los miedos bajo cero.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Sentidos.


Una tarde cualquiera, soleada y con un poco de viento, decido salir a pasear por un parque.

El parque forma una elipse rodeada por pequeños bancos en la periferia, y una pequeña fuente central, redondeada, y que emite pequeños chorros de agua desde la circunferencia, convergiendo todos ellos en el centro.

Mis pasos son ligeros, y mientras camino, voy mirando mis pies a cada paso que dan.

Levanto la mirada, y doy una vuelta sobre mi misma para ver el lugar desde todas las perspectivas.

Camino hacia un banco, algo viejo, con la maderas desgastadas y los hierros oxidados, y me siento.

Estando allí sentada observo a la gente que va y viene.

Me gusta ver a los niños corretear de un lado a otro, la vitalidad que desprenden y la inocencia en sus miradas.
Imaginarme cómo es la vida de las personas que pasan por el parque, que se hallan compatiendo conmigo un mismo tiempo y espacio.

Descubrir las miradas perdidas de aquellos que andan sin rumbo fijo.

Cerrar los ojos, respirar hondo y sentir el sol en la cara.

Ver jugar a un perro con su dueño.

Escuchar el sonido del remover la tierra con los pies.

Mirar los árboles y quedar hipnotizada por el vaivén de las hojas producido por el viento.

Notar la textura de los grabados que ya forman parte de la madera del banco.

Admirar el azul del cielo en contraste con el blanco de pequeñas nubes que pasan por allí.

Seguir con la vista el trayecto terrestre de las palomas en busca de algo con que llenarse el pico.

Observar a un chico de mi edad tumbado en el césped leyendo un libro, que sonrie al estar inmerso en una realidad paralela.

Descubrirme mirando a lejos, sin estar viendo nada en particular.

Empiezo a notar que comienza a anochecer.
Me levanto del banco y me dirijo al lugar de partida.
Durante el trayecto de vuelta, camino alegre y contenta, por haber prestado atención a algo que rara vez nos detenemos a escuchar: los sentidos.

Tras una gota, el océano.

A los que nos encanta detenernos en los detalles, en las pequeñas cosas, en distrutar de algo tan simple como un amanecer o un atardecer, desde un balcón o desde lo alto de una montaña.

A los que no nos cansamos de estos placeres, pero necesitamos algo más allá de los detalles; algo que nos aporte más a nuestra vida que no sea lo que descubrimos en el día a día: nuevas experiencias, vivencias, realidades, formas de ver la vida y de disfrutarla... Cosas que no son tangibles o que no podemos concebir en el lugar en el que estamos en este mismo instante.

Todo ello no lo encontramos a dos pasos de aquí, sino a cientos o miles de kilométros.

Es bien cierto que hay mucho que hacer y muy poco tiempo para llevarlo a cabo. Y si bien no es falta de tiempo, es por falta de recursos. Es mentira que el dinero no da la felicidad... , de forma directa.

Obviamente, en dinero no es la panacea, pero sí el medio para salir del estancamiento, dejar de ver las mismas paredes y sentirse más realizado.

¿Quién no ha estado cansado de todo lo que le reodea y ha querido, simplemente, volar a otro lugar?

Explorar, descubrir, sentir, admirar otros lugares y gentes que hacen que cambie tu perspectiva y veas la vida con otros ojos.
Si, eso eso mucho más que detalles triviales.

Y sin renunciar a ellos, muchas veces nos ciegan porque, o bien nos aferramos a ellos, o bien no tenemos iniciativa para emprender un nuevo camino. Y nos impiden ver que tras una gota, hay todo un océano.

lunes, 4 de enero de 2010

Pensar, o no pensar... esa es la cuestión.





No es como si tuvieramos que dejar nuestra mente en blanco para no pensar en todo los que nos es preocupa. Esa no es la clave. La clave es solucionar los problemas que tenemos pendientes, y no apartarlos momentáneamente para que después vuelvan a aparecer.
No hay que preocuparse, sino ocuparse.
Aunque muchas de las cosas que nos preocupan requieren, para resolverlas, de cierto grado de experiencia; y hasta que la adquiramos, erraremos miles de veces hasta que estemos en el nivel de experiencia adecuado.
Dicen que si piensas en positivo y crees en ti y en tus posibilidades, atraes toda la energia positiva hacia ti. Eso aún no lo he podido probar personalmente porque tengo cierta tendencia... "catastrofista", digamos; siempre me surgen pensamientos negativos que en pocas ocasiones he podido contrarrestar.
Muchos de estos pensamientos provienen del miedo a cosas concretas: fracasar, no estar a la altura, que la cosa no funcione, que sufra, que me hagan daño...
Aqui ya es cuestión de ser selectivo y saber a qué cosas dar ninguna importancia, mucha importancia, o la justa.
Yo soy de las personas que da mucha importancia a todo en general; y claro, esto te pasa factura, porque no dejas de dar vueltas a esas cuestiones que a veces son muy tontas y gastas energias para nada.
Todo se reduce a pensar, pensar y pensar... ¿Realmente merece la pena pensar tanto?
¿Dónde está el límite?¿Nos perdemos muchas cosas si pensamos?¿O tenemos más posibilidades de perder cosas si no pensamos?
Yo aún seguiré pensando en pensar, a ver a qué conclusión llego.

Personal y transferible.

Podría decir mil cosas en 5 horas, y no decir nada.
Podría decirme a mi misma que nunca más dejaré que me hagan daño, y al minuto
podría estar fustigandóme a mi misma con mis propios pensamientos negativos una y otra vez
Podrían decirme que me juran amor eterno de corazón, y no les creería ni una puta palabra.
Y todo ello podría ir en contra de mi propia felicidad.
Porque es muy facil creer.
Porque es muy facil que te digan las cosas que quieres oir, pero muy dificil que eso sea sincero.
Porque es mucho más facil, a la vez que ingenuo, decir que la vida es maravillosa y de color de rosa.
Porque cuando eres vulnerable y frágil, y no tienes puesta ninguna coraza que te proteja del
sufrimiento y del daño que te puedan hacer, cuando te chocas contra la pared te rompes en tantísimos
pedazos que a veces te resulta imposible creer que te recompondrás con tiempo y algo de super-glue.
Por todo eso, y mucho más:

DEMUÉSTRAME que te importo.
DEMUÉSTRAME que formo parte de tu vida.
DEMUÉSTRAME que quieres compartir tu vida o parte de ella conmigo.
DEMUÉSTRAME con hechos, y no con palabras, si de verdad me aprecias.
ME DEMOSTRARÉ las cosas no prometiéndomelas a mi misma, sino haciéndolas.

Porque las palabras, además de pasarmelas por el forro, también se las lleva el viento.



martes, 17 de noviembre de 2009